lunes, 28 de abril de 2008

Más peligro que Willie Fog con un bono transportes

Hoy, después de tanto tiempo, vengo con un documento sobre mis viajes. El hecho de estar en el centro de España y de conocer gente por cualquiera de sus rincones me ha abierto las puertas de las bondades del viajar. Cada ciudad lleva una galería de imágenes con la que podéis regocijaros hasta el tedio.

En Noviembre fui a Toledo con un par de amigas de Málaga, que iban a un congreso y me acoplé allí de mala manera. El viaje, en principio, fue breve, yéndome por la mañana temprano y apurando hasta la noche, pero intenso, como debe de ser. Toledo es una ciudad muy pequeña, de callejuelas estrechas, muy antigua.

Cuando paseas por sus calles es serenidad el idioma que hablan sus piedras, que te acogen entre ellas. Es una ciudad preparada para no tener mapa, no sólo por su tamaño, sino por la diversión que supone perderse entre sus laberínticas calles, sabiendo por seguro que, tarde o temprano volverás a encontrar el río, la plaza del Zocodovar o su catedral, llena de japoneses curiosos. Cuando la ciudad te dejaba un hueco podías ver el paraje que la rodeba y que me dejó boquiabierto por su cromatismo y la iluminación del sol, que ese día lo cinceló todo con cariño.

La comida, como ya sabéis, fue importantísima para mí en este viaje. Patés, tapas y raciones exquisitas con un par de malagueñas de adopción que hacía mucho tiempo que no veía. Gracias a una casualidad del destino pude disfrutar de su compañía, de sus anécdotas y nos pudimos poner al día, ya que desde la graduación no sabía nada de ellas.

En Marzo fuimos a Ávila, ciudad de la que ya hemos hablado en el anterior documento, y el 12 de Abril estuve en Salamanca. La intención era asistir como invitado sorpresa al cumpleaños de Sara, una amiga de Zamora que conocí en el Congreso de Estudiantes que organizamos en Málaga el año pasado. Benja, su novio (al que conocí en Málaga durante la Semana Santa), lo organizó todo de forma que pudiéramos darle una de las sopresas más hermosas en la que he sido partícipe.

Llegué a eso de las 18.30 y en apenas dos horas vi esta ciudad tan viva, en una extraña conjunción de antigüedad de sus edificaciones y novedad de sus gentes, que poblaban sus calles en todo momento: estudiantes, turistas y guiris que rebosaban juventud que alimentaban esta ciudad. Una ciudad despierta, divertida, enriquecedora de experiencias (culturales y otras), de la cultura del barecillo, de sentarse en las escaleras y de pararse a hablar con cualquier viandante, que seguro estaría de paso y que pretendía aprovechar al máximo dicha eventualidad.

Y por la noche una salida de esas que siempre salen bien. Con Sara, Benja, sus compañeros de piso y del master tuvimos una divertida nocturnidad, entre bailes, sevillanas y más horteradas de esas que tanto divierten a los mocitos prepúberes y que tan buen rato me hizo pasar a mí con tal compañía... Y a la mañana siguiente, bien pronto, de vuelta a Madrid... qué sueño XD

El último de mis viajes ha sido a Oviedo, donde he ido a impartir un seminario de Estimulación de la Creatividad (¡mi primer seminario!) y a pasar unos días en casa de Sara, mi amiga más cosmopolita y trotamundista. Oviedo, según sus habitantes, es sosa, algo cutre y más bien simplona... pero a todos les acaba enganchando. Y es cierto. Es cómoda y acogedora, pese a la lluvia, que en su potestad limitada cubre las montañas y las calles de un cristalino espejo, que con el brillo del sol confiere un aspecto inmaculado al entorno, mágico, artístico.

El Congreso ha sido muy estimulante culturamente hablando, ya que he tenido oportunidad de ir a muchas conferencias y a trabajar de una forma serie y ordenada. Toda una experiencia que os comentaré en vivo, pues las palabras no harán justicia de lo que aprendieron de mí mis alumnos y lo que aprendí yo de ellos.

Y en el plano social, más genial si cabe. Conocí gente de toda España, bebí sidra como un poseso, comí quesos como un desgraciado y me aproveché de las invitaciones que me brindó tan amable gente (como dato curioso sólo gasté 40 euros en una semana XD, el resto invitado). Mucha gente interesante, mucha gente que recordar...

Esto ha sido todo. Recordar que nos quedan en el tintero unas actualizaciones que esperamos tener en breve:
- La segunda temporada de las vecinas locas (con cada vez más novedades!)
- El viaje de Pedro.
- La visita de Auxi y Nacho.

¡Hasta pronto, personillas! Que a to esto, mañana vuelvo a Málaga.

martes, 1 de abril de 2008

Excursión a Ávila

En el capítulo anterior... Antonio nos había despertado a las 7.00 para irnos a Ávila. De no haber sido así hubiéramos creído que el mundo se había anclado en una hora antes y hubiéramos perdido el tren y... la vida. Esta vez nuestra estación sería Chamartín y no Atocha (destino de Antonio).

El tren, un medio tan fantástico y romántico que nos encontramos a un peregrino desplazado en el tiempo, un par de albañiles rumanos y tres borrachas durmiendo la mona... yo dormía plácido y Juanmi aprovechaba su DS. A las 10.00 llegamos a Ávila, cogimos un mapilla y nos pegamos un pedazo de desayuno mientras veíamos al Chikilikuatre en el circuito de Jerez :S

Subiendo por el Paseo de la Estación nos encontramos con el Monasterio de Santa Ana (al que rodeamos ante nuestra incredulidad) y después nos encontramos con el Palacete de los Nebreda, que tenía una cristalera mu shula, desde la cual se podía ver un curioso mapa de la ciudad con un curioso itinerario turístico. De ahí un par de pasos hasta el Monasterio de San José.


"Tenemos que ir empezando a hacer fotos chorras, que si no queda muy serio el post". Eso dijimos al llegar a la Iglesia de San Pedro, en la Plaza de Santa Teresa. Así que empezamos a posar.


Y entonces subimos al primer tramo de Muralla. Otra cosa no, pero Ávila murallas y yemas: tiene. Y madre, qué escalones, parecían más una pared, y encima destartaladas. Acabamos con los gemelos como un minotauro.


Ya en la Muralla, más reventados ya que cuando subimos con Frodo las escaleras de Cirith Ungol, descubrimos unos cartelitos donde explicaba cómo la muralla fue construida por todos los abulenses (en su día): que si los judíos pusieron los metales, los campesinos tal, los nobles pascual,... Y les quedó mu bien, la verdad, pero se olvidaron de arreglarla por dentro, que nos encontrábamos cada casuchas que daba pena. Y pese a ser tan mañosos en la albañilería no tenían ni idea de relojería... helo aquí el Reloj Caótico (que "marca a la vez, las horas y los siglos, los grandes acontecimientos, pero también las pequeñas cosas" y mwo mwo mwo) ¿Habrían adelantado la hora?




- ¡¡¡Juanmiiiii...!!!
- ¡¡¡Diegooooo...!!!
- ¿¡Has cogido las llaveeees...!?






Nuestros pasos se dirigieron a un mirador que me había recomendado una amiga (ah, sí, habíamos quedado con una amiga mía que vive en un pueblo donde no hay ni autobús ni Mercadona). Salimos de la ciudad amurallada y cruzamos el Río Adaja. Es entonces cuando empezamos a ver que la climatología de la ciudad era un disparate: llegamos con sol, se nubló en cero coma y, de repente, empezó a lloviznar... suerte que duró poco... Pero el clímax del temporal lo pillamos en pleno Mirador de los Cuatro Postes.

A la vuelta, tras cruzarnos con un señor don Gato, sentadito en su tejado, pasamos por el Monasterio de Santa Teresa y el Torreón de los Guzmanes, donde había una exposición sobre los Vetanios en la que nos pasamos por los huevos la cultura y nos pusimos a hacer el guinda. Juanmi se lo pasó pipa viendo un video en pause en una sala vacía.

Fuimos a comer (no chuletón :( ) a un restaurante cerca del Mercado Chico para justo después visitar el tramo de Muralla que nos faltaba (¡mientras nos granizaba!) desde donde había unas vistas preciosas de la Catedral y del entorno.


Y para terminar nuestro viaje fuimos al Monasterio de Santo Tomás, donde pudimos darle sosiego a nuestra alma y reflexionar sobre lo vano de nuestra existencia y lo que acaecía en nuestro mundo.


Además pudimos subirnos al coro, gamberrear por los claustros, ver una exposición de arte oriental (por la jeta) y, para los morbosos, entramos en un museo de gachapones de animalitos muertos y disecaditos (hubo un antes y un después tras encontrarnos una cabrita de seis patitas. Abominable). No me extraña tal miscelánea viendo los cursos que organizaban...


En resumen un viaje mu shulo y un post mu largo ¡al carajo tocan!